domingo, 13 de diciembre de 2009

Lunes de la 3ª semana (14-12-09)


Un día, Jesús entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Crucemos a la otra orilla. Partieron, pues, y mientras cruzaban el lago, Jesús se durmió. En esto se desató una fuerte tormenta sobre el lago, y la barca empezó a llenarse de agua y corrían peligro de hundirse. Entonces fueron a despertar a Jesús, diciéndole: ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos estamos hundiendo! Jesús se levantó y dio una orden al viento y a las olas, y todo se calmó y quedó tranquilo. Después dijo a los discípulos: ¿Qué pasó con su fe?
(Lc 8, 22 - 25)

¿Qué pasó con su fe? - este parece ser el tema aquí, en este texto y en esta miniatura del año 1.000 (m/m).

Contemplo un buen rato esta miniatura y me doy cuenta qué efectos produce en mi.

¿Yo permito que las "olas" de la vida "mojen mi fe"? ¿Los acontecimientos y las circunstancias de mi vida, las personas que entran o salen de mi vida desafían, enriquecen, cuestionan o apoyan mi fe?
¿Mi fe se queda a veces muda frente a las preguntas que desde los vaivenes de la vida se me plantean?
¿Mi fe tiene raices profundas de modo que no se seca y tiene siempre ante los ojos al Señor?

Con la carta los Hebrereos puedo decir:
Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe,
dejemos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos enreda, y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijos los ojos en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. (Heb 12, 1 – 2a)

Oro con esta frase y la puedo repetir muchas veces en el día:


Creo Señor, aumenta mi fe.

Martín Königstein ss.cc. - mksscc@gmail.com

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